Los Desgarros Musculares o Roturas Fibrilares son las roturas parciales o totales de las fibras musculares.
Pueden afectar a cualquier músculo del cuerpo, pero son más típicas en las piernas, los brazos y la espalda.

CAUSAS
Los Desgarros Musculares son comunes en la práctica deportiva, sobre todo en aquellos deportes que implican movimientos bruscos, como cambios de dirección muy rápidos o arrancadas repentinas y movimientos repetitivos que impliquen siempre a las mismas fibras musculares provocando su estiramiento máximo.
A esto debemos sumarle que si el deporte que practicamos es un deporte de equipo o un deporte en el que tenemos contacto corporal directo con el rival, tenemos la posibilidad de recibir algún golpe. Los traumatismos directos sobre los músculos también son causas probables de las roturas fibrilares o los desgarros musculares. Esto se da, por ejemplo, en el caso del fútbol, cuando dos jugadores pelean por un balón, se puede recibir un rodillazo en el gemelo o en el muslo que provoque una rotura fibrilar.

Los sobreesfuerzos musculares, como la práctica de un ejercicio intenso o la carga de objetos pesados sin haber realizado un buen trabajo de calentamiento muscular pueden provocar también que nuestros músculos se vean resentidos y puedan llegar a romperse.
Además, si el entrenamiento que realizamos no tiene una buena técnica, la posibilidad de sufrir este problema se maximiza, sobre todo a la hora de hacer repeticiones de un mismo ejercicio con mucho peso, lo que provoca una tensión excesiva en el músculo que, además, está sufriendo más de lo normal por no realizar el movimiento con una técnica correcta.
Por otro lado, la edad y la debilidad muscular también son factores que facilitan que nuestros músculos sufran y puedan llegar a romperse. Esto se debe a que no tienen la fuerza suficiente como para soportar la exigencia a la que los sometemos, además de la pérdida de flexibilidad propia de la edad.
SÍNTOMAS
Lo síntomas de los Desgarros Musculares varían dependiendo de la gravedad de la rotura, pero generalmente comienzan con dolor agudo y punzante que aparece de repente en la zona afectada, es como si nos diesen una pedrada en el músculo, después puede ser constante o puede variar en intensidad al mover el músculo o hacer algún tipo de contracción.
Después aparecerán otros síntomas como el hematoma, ya que los desgarros musculares provocan la rotura de los vasos sanguíneos adyacentes. Este hematoma podrá ser rojo, morado o azul, dependiendo del grado de rotura y la profundidad de la misma.

También observaremos inflamación, que aparecerá gradualmente después de la rotura.
Debido al desgarro muscular, podremos experimentar una disminución de la fuerza muscular, así como la incapacidad de utilizar el músculo lesionado. Además, es probable que sintamos dolor al mover el músculo, lo que puede hacer que disminuya nuestro rango de movilidad en algunos casos.
TRATAMIENTO
El tratamiento de los Desgarros Musculares depende, como los síntomas, de la gravedad de la lesión, pero estará enfocado a favorecer la sanación del músculo y recuperar la funcionalidad del mismo y de la o las articulaciones que se vean implicadas.
En los casos más leves se recomienda descanso, un parón de corta duración en la práctica deportiva, la aplicación de frío para disminuir la inflamación, un vendaje compresivo y mantener el miembro afectado en alto para favorecer el retorno venoso y que la inflamación disminuya en el menor tiempo posible. También puede ser necesaria la ingesta de medicamentos Antiinflamatorios no Esteroideos (AINEs) y analgésicos para controlar el dolor y reducir la inflamación.
En los casos más graves (de grado 2 o 3), la inmovilización puede ser necesaria, y podemos hacerla con la aplicación de vendajes o férulas. La aplicación de hielo también estará recomendada para reducir la inflamación.
En los casos más extremos (roturas totales), puede ser necesaria la cirugía para reparar el músculo afectado y volver a unir ambos extremos.
En cuanto al tratamiento manual, aplicaremos distintas técnicas de masaje, dependiendo del grado de rotura y de la zona afectada, así como movilizaciones articulares que promuevan la circulación sanguínea y favorezcan la cicatrización de los tejidos, reduzcan la rigidez muscular y mantengan el rango de movimiento de las articulaciones implicadas.
Una vez que el músculo esté recuperado, deberemos trabajar para readaptarlo al esfuerzo. Esto lo haremos diseñando un programa de ejercicios con carga y rango de movilidad progresivos para respetar los tiempos y la fuerza del músculo y evitar recaídas mientras recuperamos la flexibilidad y la función muscular. Además, podemos complementar el trabajo muscular con electroterapia, en este caso, con electroestimulación controlada, para maximizar los resultados y minimizar los tiempos.
Por último, enseñaremos a nuestros pacientes estiramientos suaves y controlados para ayudar a recuperar o mantener la flexibilidad muscular, previniendo la formación de adherencias o cicatrices en los tejidos musculares durante la fase de recuperación.
