El razonamiento que tenemos generalmente es que el dolor depende del daño que haya en los tejidos, es decir, si nos enteramos de que un tejido ha sufrido una lesión, nuestro cerebro va a activar todas las alarmas y va a hacer que sintamos dolor. El Dolor puede ser un síntoma del Daño, pero no siempre es así, ya que podemos experimentar sensación de dolor sin que exista un daño físico evidente en el tejido que nos duele, de la misma forma que un tejido puede estar dañado sin que sintamos sensación de dolor.
Sin embargo, la Neurociencia ha demostrado que el dolor no es proporcional al nivel de daño que se ha producido en el tejido. El dolor no es más que la interpretación del cerebro a diferentes estímulos, por eso existe, por ejemplo, el Síndrome del Miembro Fantasma, y por eso nos puede seguir doliendo una estructura a pesar de que ya esté recuperada la lesión que padecía (este es el caso, por ejemplo, del dolor crónico).
DOLOR
Según su definición, el Dolor es una experiencia sensorial y emocional desagradable que puede ser experimentada por un ser vivo con Sistema Nervioso Central. Es algo subjetivo, puede variar de una persona a otra (tenemos distintos umbrales de dolor), es decir, depende de la percepción individual. Se manifiesta como una sensación desagradable, y puede ser agudo o crónico, y puede ser transitorio o crónico, dependiendo de la causa y la respuesta del cuerpo ante ella.
Como hemos dicho anteriormente, el dolor es la respuesta del cuerpo para alertarnos de la presencia de un posible daño o lesión. En la percepción del dolor de tu cerebro influyen múltiples factores, incluso algunos, a priori, no tienen ninguna relación con el dolor, como pueden ser las creencias, la memoria, tu situación socio-económica… Y otras con una relación clara con él, como, por ejemplo, el estrés, una lesión, la inflamación, enfermedades crónicas o trastornos neurológicos.
Para que una persona sienta dolor, es necesario que se activen los Nociceptores, pero… ¿Eso qué es? Los Nociceptores son los “sensores” de nuestro cuerpo que se encargan de detectar cualquier riesgo o peligro para él. Para que se activen, es necesario que la intensidad del estímulo detectado supere su umbral de activación (esto también está relacionado con el umbral del dolor), haciendo que este Nociceptor envíe la información de peligro o riesgo a la médula espinal y, de ahí, al encéfalo y llegue hasta el cerebro, donde se unirá a la información que nos aportan otros “sensores” (como, por ejemplo, la memoria) y así poder decidir si hay que proteger a la estructura en la que se encuentra el Nociceptor activado o no. En caso de ser necesario, el cerebro enviará la información positiva hasta la zona afectada provocando una reacción de defensa para evitar que sigamos sintiendo dicho dolor y que la situación empeore.
DAÑO
Por otro lado, el Daño es una lesión o alteración de los tejidos del cuerpo. El daño se puede observar o diagnosticar mediante pruebas de imagen, ya que es el resultado físico de una lesión o enfermedad en los tejidos. Es causado por un evento específico que afecta negativamente a los tejidos del cuerpo, como puede ser una fractura ósea, una herida o una enfermedad. El daño, por su parte, puede ser temporal o permanente, dependiendo de la enfermedad o de la lesión que padezcan los tejidos.

RESUMEN
El dolor es una experiencia subjetiva que puede ser desencadenada por factores muy diversos, sin embargo, el Daño es una lesión o alteración física en los tejidos del cuerpo. El Dolor es algo subjetivo, no se puede medir de una manera 100% fiable, mientras que el Daño es totalmente objetivo, se puede medir dependiendo del grado de afectación del tejido.
Aunque están relacionados, es posible sentir dolor sin tener daño, así como no sentir dolor a pesar de que exista un daño concreto en los tejidos.
Para terminar, os dejo una frase que me gusta mucho y define muy bien el concepto que os quiero acercar hoy:
“El dolor no depende de lo que está ocurriendo en los tejidos, el dolor depende de lo que el cerebro piensa que está ocurriendo en los tejidos”
